Fundamento de la homofobia: el machismo.

Homofobia es cualquier actitud que conciba la orientación homosexual como anormal o peor que la heterosexualidad. Se pueden tener amigos homosexuales y ser homófobo, en tanto en cuanto la homofobia no necesita la hostilidad o el odio, sino colocar la homosexualidad a un nivel inferior que la heterosexualidad. Se habla de homofobia internalizada cuando la persona homosexual siente rechazo hacia su propio deseo.

 La homofobia no es más que una manifestación del sexismo. Nuestra sociedad es sexista porque nos clasifica como hombres y como mujeres en función de nuestros órganos genitales y con ello nos otorga todo un paquete de expectativas de estilos de vida, tratamiento social, y roles a los que adscribirse para tener reconocimiento social. Se esconde además que es el sexo lo que nos determina tener cuerpo de hembra o de macho- con nuestras hormonas, órganos genitales, cromosomas-, pero que el género tiene que ver con el sentimiento psicológico de ser hombre y de ser mujer, de lo cual viene la suscripción de los roles asociados a los hombres o a las mujeres.  Sexo y género no son conceptos análogos, aunque el sexismo nos quiera hacer creer que son lo mismo.

 El sexismo implica la naturalización de las diferencias sociales entre el hombre  y la mujer. No sólo debes identificar tu género con el sexo con el que biológicamente has nacido, sino también dirigir tu deseo sexual hacia personas del sexo contrario. Nuestra cultura sexista no sólo quiere hacer pasar el sexo y el género por idénticos, sino también la orientación sexual.  Si has nacido con cuerpo de hembra, debes identificarte con gestos y actitudes femeninas y sentir atracción, amor y deseo hacia hombres que encarnen el valor de “lo masculino”. Si tienes cuerpo de macho debes comportarte según el rol masculino y sentir atracción por mujeres femeninas. Pero la realidad es que la diferencia entre la identidad sexual y la orientación sexual es la diferencia entre quién eres y a quién amas o deseas.

sexismoOtro problema es que los pares de opuestos hombre/mujer y masculino/femenino son factores de discriminación, porque la relación es entre lo superior y lo inferior: los estereotipos asociados a lo masculino son socialmente mejor valorados que los femeninos, y ser hombre incluye un paquete de privilegios por el mero hecho de serlo.

Los hombres tienen que hacerse hombres; para pertenecer al grupo de los privilegiados hay que demostrar que no se es inferior, o sea, que no se es como una mujer o como un homosexual. Por su parte, las mujeres no pueden usurpar el rol distintivo de la masculinidad. Y es que la masculinidad tradicional es un concepto frágil que necesita afirmarse en el desprecio hacia el otro: el “mariquita” y la mujer.

lesbianasLas mujeres y hombres que no asumen o no encajan con la jerarquía de roles son traidores porque ponen en cuestión el concepto de masculinidad, a raíz de lo cual permite que pueda ser posible una redistribución de privilegios. La homofobia es entonces una especie de “vigilancia de género” para asegurar que los mujeres y hombres no se apartan de las reglas.

La homofobia es una problemática comparable al antisemitismo y a la xenofobia. El objetivo perseguido es siempre la deshumanización del otro, ocultando las prácticas discriminatorias e incidiendo en la idea de una “deficiencia estructural” en los dominados (taras mentales o físicas). La discriminación pasa por “lo natural”, de tal manera que el grupo de poder mantiene su estatus a costa de la vejación o privación de derechos humanos del grupo dominado.

Aquellos que se manifestaron en contra de los matrimonios interraciales no hace más de 50 años tienen el mismo perfil que los homófobos, usando unos y otros los mismos argumentos (referencias a prácticas “contra natura” y a no perturbar la vida de los ciudadanos “normales”).

putoLa homofobia provoca efectos en la conciencia de sus afectados. Si yo soy homosexual o bisexual la homofobia me hace saber que soy distinto, que no soy normal. Si alguien me tacha de “bollera” o de “marica” no trata de darme una información sobre mí mismo; el que insulta me demuestra que tiene un poder sobre mí, el poder de estampar en mi conciencia una herida, la de saber que soy uno de esos malditos de los que incluso mis amigos se burla. Esa herida tiene múltiples manifestaciones en mi vida social, sexual, emocional y afectiva, dado lo difícil de empoderarse ante la agresión continuada- recordemos que no es necesario ser insultado directamente para recibir la bofetada de la transfobia y homofobia, basta con saber que en cualquier momento el escenario heteronormativo predispone hacia la burla, discriminación o injuria-.

La homofobia conlleva para sus propios afectados:

-Dificultad para desarrollar vínculos emocionales, afectivos y sexuales adaptados a sus verdaderas necesidades.

-Problemas de autoestima.

-Abuso de alcohol y de sustancias, como coartada para la sociabilización en determinados contextos.

-Falta de autocuidados en la salud sexual que a veces llegan a la adquisición o transmisión del VIH.

-Aceptación de maltrato, a veces por parte de personas conocidas.

-Escasez de redes sociales.

-Sobreesfuerzos por encajar en una relación heterosexual o en los modelos oficiales de feminidad y masculinidad.

-Maniobras para rechazar su propia sexualidad o identidad de género.

-Seis veces más probabilidad de suicidio durante la adolescencia.

-Tres veces más probabilidades de contraer una depresión que una persona con orientación heterosexual.

-Soportar burlas y agresiones continuadas, especialmente en contextos académicos o de trabajo.

-Ansiedad ante el estereotipo extendido del homosexual/transexual incapaz de una vida afectiva plena y que termina sus días en una soledad insoportable.

desmotivaciones-gays-pena-de-muerteLa homofobia cercena la vida o el bienestar de millones de personas. Sólo 16 países en todo el mundo permiten a los homosexuales casarse. Amnistía Internacional denuncia cada año que más de 70 países persiguen aún a los homosexuales, siendo 7 los que los condenan a muerte. El actual Presidente de las Naciones Unidas es Sam Kutesa, presidente de Uganda e impulsor de una ley que persigue la homosexualidad con muerte o cadena perpetua.

¿Qué pasa en España?

El activismo LGTB (lesbianas, gais, transexuales y bisexuales) ha conseguido mediante un ejercicio continuo de trabajo la reducción de  la homofobia  algunos sectores de la población española. A nivel legislativo  tenemos la ley de Matrimonio Igualitario desde 2005.

El informe del 2013 titulado «The Global Divide on Homosexuality» (División global sobre la homosexualidad), señala que un 88% de los españoles cree que la homosexualidad debe ser aceptada por la sociedad, lo que convierte a España en el país con mayor aceptación de homosexualidad.

En España  dos de cada tres católicos acepta el Matrimonio Igualitario (estudio internacional de Univisión, 2013).

El 12% de la población española considera la homosexualidad como algo que está mal (CIS, 2012), lo que es un dato positivo si consideramos que en 1994  la población española partidaria de castigar penalmente la homosexualidad alcanzaba el 63% (CIS, Estudio 2113, 1994).

Sin embargo las agresiones a  bisexuales, homosexuales y transexuales siguen estando presentes. En 2013 la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior registró 452 delitos de odio por homofobia.

La Asociación Nacional para la Defensa del Trabajador (ANDET) asegura que el número de casos LGTB atendidos por su organización creció un 65% en 2013.

Muchos bisexuales y homosexuales siguen ocultando su orientación sexual, algunos incluso bajo una coartada de pareja heterosexual.

Los homosexuales o bisexuales que no encajan con los modelos de identidad de género tradicional son objeto de burla, incluso dentro de la comunidad LGTBI (“!camionera!”, “!plumífera!”).

La presentación de personajes homosexuales en cine y televisión se hace siempre y cuando no sea visible el ejercicio de su sexualidad (hay personas homosexuales o bisexuales pero no se les muestra besando a personas de su mismo sexo).

El  Estudio “homofobia en las aulas” (2013) de COGAM, con un total de 37 centros educativos y 5.272 alumnas y alumnos encuestados, señala que el  80% del alumnado oculta su orientación sexual en clase por miedo al rechazo y sólo el 15,5% del alumnado considera que recibiría el apoyo del resto de la clase en el caso de enunciar su orientación homosexual o bisexual.

El Informe sobre delitos de lgtbfobia (2013) nos informa que el 93% de los agresores son personas conocidas por la víctima.

Según el estudio de Cogam “Jóvenes LGTB” (2009) el 21,2% de los jóvenes ha sufrido violencia psicológica dentro de su núcleo familiar, y vejaciones e insultos en el espacio público el 58,7%; golpes el 7%. Solo el 45 % ha contado o cuenta con el apoyo de su  madre; el 32% el de su padre.

El Estudio 2013 sobre Discriminación por orientación sexual e identidad de género en España enuncia que:

El 45% de la población participante se ha sentido discriminada en un establecimiento o espacio público. El 65,8% no adoptó ninguna medida por miedo a revelar su orientación sexual.

 El 31% ha sufrido discriminación en su trabajo (el 72% bromas, el 20% le han imposibilitado ascenso, 24% acoso, 47,50% trato discriminatorio). El 67% se quejó ante la empresa o sindicato, pero sólo dio un resultado positivo al 15%.

bullyngEl 76% ha sufrido discriminación en su centro de estudios; ejercida por sus compañeros/as (92,8%). El 26,9% menciona también como agresor al profesorado.

  

¿Qué hacer?

 Eliminar la homofobia y transfobia  debe ser requisito fundamental para poder desarrollar una sociedad igualitaria. Aquellas sociedades que presentan menos rasgos de homofobia son también aquellas en las cuales todas las mujeres adolecen menos de discriminación, y los hombres de cualquier orientación sexual no tienen que soportar las exigencias del rol tradicional de la masculinidad, que les impide llevar en muchos casos una vida afectiva espontánea y libre. La lucha contra la homofobia nos beneficia a todos, y debe estar en la agenda de las asociaciones y de los partidos políticos. Estamos defendiendo los derechos humanos.

 

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